No creo en las casualidades, y el cierre de Acuario me ha dado fuerza para embarcarme en el proyecto de los partos en casa, era algo que en un principio me llamaba la atención pero que poco a poco me ha ido enamorando.
Pero cuándo me dí cuenta de que el mejor sitio para recibir a un hijo es la propia casa?
Cuando en el parto de Carolina me encontraba tumbada mientras Pedro y Enrique ayudaban a mi hija a nacer. Yo, muerta de miedo, llena de tristeza, de culpa, con un sentimiento de derrota tremendo, hundida en la más inmensa de las miserias, desde ahí, a través de la ventana del quirófano que da al jardín de Acuario, pude ver los árboles, tal y como veo cada mañana cuando me levanto desde la cama de mi casa (quien vive en la ciudad sabe que es todo un regalo)...
Esa sensación de estar en casa me llenó, tras un parto difícil como había sido, me invadió una paz y una calma como nunca antes había sentido y comprendí que el nacimiento debe ser en el mejor lugar del mundo, en tu casa.
Esa sensación me ayudó a darle a Carolina una acogida como se merecía, a vivir plenamente su nacimiento, y permitir que la felicidad fuera lo primero que le recibiera en la vida.
Mi blog debía llevar el nombre de la experiencia más profunda, de aquello que me transformó.
...En casa...
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